miércoles, marzo 05, 2008

Nuestro mundo paralelo

Érase un mundo ideal donde nada era cierto, ni siquiera lo que se daba por supuesto, y donde la mentira y la tergiversación eran el camino sacrosanto al último de los apeaderos. Y como cualquier iniciativa es factible en el reino de la ilusión, era un mundo magnífico de aplausos, vítores y héroes de pacotilla. Si bien, la confusión era tal, que no se sabía nunca con certeza si éstos eran exaltación de alegría ante una maravillosa aberración o una aclamación socarrona de ambigüedad.

Contrasentidos de esta clase se sucedían fluctuantes a modo de galería de los horrores, pero al tiempo resultaba imposible la indiferencia a la belleza de la canallesca.

Las heroínas de moda gastaban pantuflas modernas y enarbolaban todos sus brazos al tiempo como cíclopes multifacéticos. A menudo, el teatro de sus intervenciones hipnotizaba a la masa, y parecía por un instante que no eran los líderes del tumulto por azar. Una mentira más...

La fragilidad de este incierto mundo provocaba sinergias indescriptibles, amalgamas de bandos, grupos y subgrupos que se segmentaban tanto en sí mismos, que ya ni los más veteranos recordaban las mentiras en las que se fundamentaban o no sus vidas. El brujo más viejo de la comuna confundía los tiempos originales de mansedumbre al carnero padre, con cualquier bichillo u ovejilla destetada que se cruzaba en su camino. Por suerte, una de las ventajas de la actualidad es que la dogma geriátrica que lo había convolucionado todo, era para los imberbes tan inalcanzable como el infinito, y tan irracional en su sino como el origen de su propia ignorancia.

Y por todo ello eran felices. Aunque no lo supieran.