lunes, junio 18, 2007

El botellón traspasa fronteras


Como todos sabemos, en este país nuestro llamado España las prioridades y las decisiones nunca se han basado en la cultura ni el raciocinio. Somos impulsivos, comúnmente cotillas, envidiosos y amantes de la "buena vida".

De hecho el buen beber y el buen yantar son, en mi opinión, el mayor nexo entre las diferentes "subculturas" que existen en la península. Cualquier ciudad o región española presume de un gran vino, un plato o producto típico delicioso como ninguno y una fiesta nocturna -o zona de tapas o ruta gastronómica o similar- sin parangón. En resumen, un visitante conoce antes las maravillas del paladar y el ocio que los monumentos, lugares típicos, etc. Pues esta obviedad tan carpetovetónica es el verdadero motor de la economía española, el también llamado turismo.

Todo esto viene a cuento por un artículo aparecido en una revista sobre el ocio español destinada a público inglés, que aconseja el botellón como opción cultural para visitantes. Me resulta muy curioso observar el punto de vista que otras culturas tienen sobre la nuestra, y en cierta manera me alegro que decline la imagen de sol, toros y flamenco, aún a costa de que gane puestos la de tierra de cachondeo y alcohol barato. Porque no nos engañemos, esto es lo que somos.

La edad media de primer contacto con bebidas alcohólicas, drogas y relaciones sexuales se está rebajando año tras año. A modo de ejemplo, ha pasado de 15,6 a 12,8 años en cuanto al alcohol según datos del INE (debido seguramenete a la rebaja en la edad de ingreso en los institutos a los 12 años, pero esto es otra historia). Es una estadística, y como todas es manipulada/manipulable, pero tiene cierto crédito. Es un hecho palpable y visible la multitud de congregaciones en torno a una botella que se producen en diferentes plazas y parques de España cada fin de semana y en vísperas de fiestas de guardar, pese a los impedimentos legales existentes en varias comunidades autónomas.

Y surgen como siempre, varias preguntas abiertas a debate: ¿El botellón tiene un origen económico o social? ¿Es un movimiento imparable o simplemente una moda? ¿Tenemos tal calidad de vida que el ocio se convierte en un problema en ausencia de otros mayores? ¿Es un problema de base (padres) o educacional (gobierno)?

La idiosincracia hispánica sale una vez más a la luz. Tenemos tan enraizada la cultura de la pandereta y el morapio, que en las nuevas generaciones la cabra también tira al monte. En España es barato y fácil beber alcohol, está relativamente bien visto por la sociedad y además es la base de nuestra economía: el 72% de la población española trabajadora se dedica al sector servicios, y el 58% de nuestros PIB proviene del turismo.

Por tanto, palafraseando a Tomás de Aquino, España es un motor que se mueve a sí mismo. Y que dure mucho.